Ben-.

Sin ser-.

Para desesperarse de esta vida trivial y anodina, mi cuerpo tumefacto halló velocidades rigurosas, templos a lo divino, metódicas pulseras que fallan en lo ancho de un río intermitente. Para olvidar distantemente, las cosas putrefactas del mundo, iniciemos la comprensión de los mares, los océanos sostenidos por apenas formas envolventes y gráciles. Todo pasa. Esta hoja infinita de rosácea carne muta y varía hasta retornar a lo frágil y moribundo. Líneas iniciales, formas óseas que el eco repite hasta su vastedad insomne; cuerpos, sí, los más valerosos que ejercieron su voluntad al lado del precipicio. Mi historia es la más triste, la más ojerosa, la más voluntariosa y también, la más propicia a la risa. No soy de aquí, hiedo a paisaje lunar o a astro caído y vencido por ideas y conceptos. Mi mutilación horrenda consiste en activar todo un paraíso de hidrógeno, ramas de un afecto inconsistente.

 

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