Eduh Siqueiros

Tu corazón cómplice

Inefable amor secreto, amor eterno,
que aún en la morbilidad de la remembranza,
derroca a mi prudencia que blandenguemente
se resiste a la ternura del momento;
en discordancia con la asimilación de pareceres,
concibiendo cicateramente una verdad,
con la constancia al suspirar por mis deleites
que permanecen en la fugacidad de esta infinitud...
estás dentro de mí aún estando ausente,
mis brazos te arropan rociándote satisfacción,
los fragores de mi mutismo con estrépito
promueven el deseo de tu esclavitud en su totalidad,
los fanales que te entrevén desde mi iris
atestiguan tu similitud con el arcoíris,
bañándome con la certeza en la sempiternidad
de la impresión, te quiero siempre igual
y aunque tu consistencia escabullas de mí,
loco o cuerdo, pienso siempre en ti.


Quiero horadar tu interior, para pulular
en ti la simiente de mi alma en desquicio,
recorrer tus límites con mi boca,
de extremo a extremo hasta la explosión.
Que mi avidez arribe en tu ser,
remontándonos hacia los paraísos,
mientras yo me voy y tú te vienes
sumergidos hieráticamente en el enajenamiento.
Trenzando con fervor una danza
de pasión con los miembros en su sutileza
que moran en nuestras bocas
y con la feracidad de mi humor que se guarece
en tu áncora tras gimoteos de febrilidad,
para devorar a tus ansias en descontrol.


¡Oh!, vorágine y torrencial que seducen arrasadoramente,
esos que emergen desde las playas de tus labios,
mujer y sin siquiera cuantificar los ultrajes
posaste sobre lo yermo de mi erial un ósculo,
inductoramente, y hoy torbellinos beligeran con inquietud a mi alma,
los has propiciado para robarme la serenidad…
¿Cómo hallará el indulto la causante del estrago?,
Sufrirás, sin exoneración, la pena de la privación
del elixir en el placer que alentó al alborozo,
-gestado recónditamente en tu corazón por su complicidad-.
Ambicionarás los páramos en las comisuras
de mis labios, pero se te serán totalmente vedados,
y caerás perentoriamente en mil demencias, indómitas siempre
mientras nuestros mundos se encuentren escluyéndose…
y a su vez permanezcan en ti las ascuas de la necesidad que no perece
de repetir el acto para remontarnos al infinito.


Para bien o para mal te has tatuado
en mi alma sin que lo percibiera,
no me di cuenta, mujer, de la reyerta
que fecundaste en mi ser e insospechadamente
arribaste en mi cielo para intensificar
el fulgor que se eterniza de mi sol en su vigencia,
históricamente y en su sempiternidad… pues de contrabando
injertaste eternidades tuyas en mi cotidianidad,
le has dado consistencia a mi pasado
y erguiste monumentalmente el sentido de mi futuro;
y aunque cada \'tiempo\' permanece en confusión,
intentando adyacentemente sofocar este oráculo,
puedes presumir que en mí, te has establecido
para bien o para mal… y por más que procuro
evitarlo, en mi alma, te has eternizado.