Pablo Delgado

Leo

Sentado aquí como estoy

desinflado en el sillón

vaso en mano, perfecta situación,

con sólo la luz del audio

reflejado en mis zapatos que aún están

no sé por qué razón todavía en mis pies.

 

Dejándome llevar por la música

que anhela verme dormido mientras exhala, 

romántica, la voz de Marco Antonio Solís,

soporífero de la noche anunciada.

 

Mientras el muñequeo de mi mano derecha

apura al hielo que segundos antes cayera

sobre el desvelado Vodka, mi mano izquierda

sostiene, ya sin esfuerzo, la fragilidad cansada

de mi criatura más amada.

 

Tan frágil, tan tierno, tan amorosamente mío

Son sus dedos, sus bracitos como brotes del estío

Una suave y perfumada cabecita, duerme

¿soñará con hadas cabalgando mariposas?

O verá el amor como se ven las cosas?