Rectilíneas ondulaciones, curvas perforadas,
sencillas ensoñaciones, lívidas contemplaciones.
El prado inmenso de ayer, dificulta a la mirada:
entre bostezo y bostezo, una lúgubre luz inunda
las praderas calladas. Rebaños solitarios, cruzan
el intervalo como si de un apeadero se tratara.
Sueños, rutilantes como un mañana sin torpezas
ni compromisos; así, sueño, y me dejo llevar
por margaritas y plácidas enredaderas.
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