Tus labios sonríen como pétalos de rosa
en el blanco amanecer de la dulce alborada,
tu cara aparece risueña y colorada
rasgando las sombras de la noche tenebrosa.
Al cielo extiendes tus rosáceos brazos de diosa
poniendo fin al reino de la noche estrellada
y, con el tul suave de tu túnica azulada,
del día te eriges en la reina más hermosa.
Las níveas sombras que duermen entre la arboleda
se apagan con el trino que el jilguero desgrana
en el blanco amanecer de la dulce mañana.
Un velo azul se desvanece de la alameda
mientras las verdes copas se orlan de oro y grana
con los dorados hilos que el jilguero hilvana.
En las alas del viento