hasta los huevos se la cala.
Aullidos, golpes, rujidos,
huelen a sangre derramada,
a sudores enervantes,
a carne que se desgarra
y huele a espermatozoides,
a mariscos… a bacalada….
un olor salobre… acre….
A coño en una palabra.
VI
Pero mientras tanto joden,
lo lamen o se la maman,
sale Don Pedro y los suyos,
a los que aviso una dama
que instruida de antemano
dio tal misión Doña Urraca.
El Pollacasta y sus hombres, repuestos,
repuestos de la pasada
sorpresa, surgen astutos
recatando sus pisadas
y en un santiamén se adueñan
de las arrojadas armas
y tal cual están jodiendo
los sorprenden, los amarran,
los encierran en mazmorras,
los tiene a pan y agua,
y uno a uno, poco a poco,
los capan dándole suelta
y dedicándolos para
tareas de labranza,
ya que capones se tornan
criaturas blandas.
Solo uno libra su cuerpo
de tan infausta tala,
el capitán Ali-Ben
ya que juró Doña Urraca
matar al rebelde infiel
con las mismísimas armas
con las que él mató a tantas mujeres
pues según la frase sabia,
ha de morir siempre a hierro,
todo aquel que a hierro mata.
Y pues mató con la polla
volviéndose contra él su arma,
y de gusto fue muriendo
a fuerza de mil mamadas
que Doña Urraca le hizo para….
saciar su venganza.
Hasta que exhausto y sin leche
al infierno entrego su alma,
así, Doña Urraca venga
la hacienda la buena fama
de su amadísimo esposo
Don Pedro Pollacasta
y Manso de los Cabrones,
y después, grandes de España.
Y según la historia cuenta
previendo que su dulce esposa
en sus paseos se extraviara
para poder encontrarla
un cencerro le colgaba,
y así Don Pedro confiado
por sus praderas paseaba,
hasta que Dios con los mansos
y después de largos años,
llevase un día su alma.
Y esta es la historia, señores
de la brava capitana
que con su coño ganó
hacienda, honor y fama,
sirviendo al rey su señor,
a sus vasallos y a España,
para ejemplo de mujeres
y de hombres enseñanza,
y aquel que no lo creyera
que a tomar por culo vaya………