Con la sed en los ojos
las caricias descolgadas de las manos
como ramillete de besos
y un estruendo pronto a recorrer
los oasis donde viven los susurros de la piel.
Me esperas
y juntos derribamos las horas
llenas de pócimas y adagios
traspasamos las fronteras del día.
Cuando te veo
necesito ahogar las negaciones
despejar de sombras los deseos
el ir y venir de las quimeras
alborotadas
que abren la fiesta al fin de día.
Después, vuelvo a quedar solo
hasta ver los estruendos caminando
irónicos sobre mi cama
y encienden el día y me lanzan al precipicio
y me miran y se ríen y me gritan al oído en silencio
y me salvo de seguir sólo viviendo
cuando sé que me esperas.
Claudio Ernesto