Un ser desprovisto de sueños, un sujeto grabado en una roca con las manos sueltas y los pies atados por su pensamiento.
Podría inferir que se trata de un personaje añejo, con todas las proyecciones de futuro caducas —pero sonrie— con la frescura propia de la sonrisa sin madurar que propicia la juventud.—Lin,lin,lang. Las tres campanadas creyeron despertarnos. Erraron. Yo seguía fertilizando cardumenes en los estuarios invadidos por los mares extensos y profundos que se albergan en mi almohada, y él, incólume, ante la realidad.