Libre la tentación de mis antojos
en un suspiro de la vida el ego
vuelca mis sensaciones sobre el fuego
que despiden las ninfas por sus ojos.
Úngeme con la miel de tu deseo
sediento, cómo el sol de algún verano;
calcina con tu encanto lo inhumano
perverso, gris y ruin del regodeo
Esparce las cenizas a los vientos
que soplan de los montes, en la aurora;
volemos a libar, en el ocaso,
del amor primoroso, sentimientos
ajenos a la caja de Pandora,
entre las níveas nubes del parnaso.