Y era él, Don Emeterio del Bosque, el que quería salir libre y compasivo dejando en libertad a Julián. Cuando en el alma, quiso entregar el cielo, y hasta el coraje de ver hacer valer el honor entre sus manos. Si, era el viajero del tiempo, del ocaso y de la noche fría. Y el tren pasaba y pasaba, y no dejaba de pasar la vida, cuando el reloj no se detuvo las horas en el ocaso frío, cuando llega la triste noche en el ambiente. Sólo se dió una manera de ver el reflejo en el cielo el sol, el mismo calor dentro de la piel, pero, no, si era frío como álgido es el tiempo y el ocaso, cuando ocurrió el desenfreno de ver el cielo en los ojos, y desnudar el sol en el ocaso frío. Pero, era más frío que la misma nieve, cuando en el desierto sólo se cosechaba un mal deseo, y era el de poder vengar a su hija Mayrenis de las garras de ése mal hombre que la abandonó. Cuando en el escaso momento se debió de alterar la mala esencia de creer en el perdón por todo lo sucedido. Cuando en el amor por amar se debió de mirar el reflejo en querer sobrevivir, o morir por la desventura, de obtener una explicación o una excusa al respecto. Cuando en el cumplimiento se entregó al deseo de hacer valer en su presencia el deber de amar y de querer a su hija Mayrenis. Cuando en el ambiente de quedó de tal forma, como que el destino y el camino frío destruyó todo, Pues, caminó por todos los barrios y sectores en que el tren lo llevó y lo trajo. Cuando en el ocaso, se enfrío el desdén de proseguir un rumbo, cuando en el camino se dió una manera de ver y de seguir la dirección fija de reencontrarse con Julián. Y el camino pedregoso, solitario, devastado, y con el frío en la piel por el tiempo en el invierno, y el calor por otro lado de su saco de algodón, le hizo sudar más de la cuenta. Y era el sol que le daba el calor cuando en el alma se desvanecía dentro de su propia piel. Cuando en el abrigo de la piel se deshizo como la misma nieve, y el calor irrumpió en descenso, cuando el hálito, enfrío el suave desdén, de pelear algo tan irremediable, tan inseguro y tan irreal. Como fue buscar a ése hombre y hacer pagar un sólo error que le costaría su vida, pues, el tiempo ameritaba un cruel desenlace. Cuando su manera de ver y de presentir el coraje de querer hallar a Julián, sólo quiso en ser fuerte como la debilidad que encerró el camino. Cuando en el destino se aferró a ser lo que fue un sólo desafío entre lo que fue y sería, y todo porque se fue de su lado, del lado de Mayrenis, su padre Don Emeterio del Bosque, cuando su vida sólo se dió lo que más se entregó. Cuando no fingió el querer volver a ser el viajero del tiempo, como toda una vez entre el coraje de sentir y de la paz que aún llevaba entre su propia alma. Un silencio que aún ahogaba y que era incierto. Cuando su altercado dolió mucho en el alma. Cuando en el sereno se debatió una sola espera, de esperar por el tiempo en el ocaso. Cuando en el alma sólo se sintió el desafío en poder creer que el frío se dió como lo más fuerte en la misma piel. Cuando en él se dió lo que descifrar se da como lo que más se dió, un alma tan fría como el haber perdido a su objetivo en la mirada.
Continuará………………………………………………………………………………….