La vida es una noria y no hay quien pare en esta feria.
Hay en su furia: rabias de seda, anemonas de acuario, orujo de lluvia llamando al fado de las cristaleras: los llantos marchitados por las olas.
La espalda de una oruga reptando junto a otra chocando me sobornan.
Brindis de letras, inciensarios tan lentos que mueren sin sentido
consumidos por la vida, desvahida. Y, efimeros, flotan tan despacio
que besados no destilan un suspiro.