Tu recuerdo llegó despacio, anidándose en mi piel.
Mi mirada se perdió en el horizonte, en medio de los rayos de sol.
Se desbordaron mis ojos, se encogió mi corazón.
Pasaron en mi mente tantos momentos vividos, en especial mi niñez.
Fuiste mi héroe, mi inspiración, mi protector,
el faro que guiaba mi barca perdida.
Quien devolvía en la debilidad la fuerza, en el fracaso la ilusión.
Me enseñaste a ser fuerte, sobre todo en la adversidad.
Daría la vida entera por vivir de nuevo aquellos momentos, aunque fuere por un instante.
Mis lágrimas descienden lentas, acarician mi cansada tez.
Duele no tenerte, duele recordarte y saber que no te veré más.
Pronto vendrá mi amado verano, ese que ensancha mi corazón,
que acaricia mi alma, que me da fuerzas a través del astro rey que amo.
Estarás en medio de él y sobre todo en mi. Siempre vivirás en mi dolido corazón.
Sé que estás bien, estás feliz en aquel lugar sin tiempo ni espacio.
Lugar de encuentro con los que ya partieron.
Gracias por todo lo que nos enseñaste, por todo que nos diste, por tu vida misma.
Te amo ahora y siempre mi amado ser de luz, mi amado padre.