Desolados sean los pasos que aborrecen la paz,
fantasmas encerrados en guerras decrépitas,
desnudas conciencias deambulando mudas,
el espanto denso lleno de la nada más absoluta.
Esperanzas inocentes ahogándose en la sangre,
mandatos humanos cobardes abriendo el averno,
poseídas las palabras creando bestias,
la tierra arde y vagan los seres inocentes.
Muere el cuerpo, muere el alma, muere la paz,
historias que jamás debieron suceder,
lágrimas que viajaran por lustros,
vergüenza humana de espíritus caóticos.
La palabra tiene todo el poder de una guerra,
guerras que suceden en mentes enfermas,
palabras que golpean los huesos del intolerante,
salvajes agazapados con cara de humanos.
Hombres soberbios como sus gritos monstruosos,
engendros de poder que alucinan mundos mejores,
dejando un camino plagado de huérfanos inocentes,
con tumbas invisibles clavadas en el alma humana.