quizás las ausencias devoren
mis besos de tiza
que trazan las alas de las libélulas
o liban los colibríes
cabalgando unicornios
Los cangrejos dan cuerda
al reloj de arena
que se atrasa
con el peso de tus huellas descalzas
donde hago pie
y soporto la endiablada embriaguez
de la hojarasca
como si todos los otoños se hubieran conjurado
para salvarme del diluvio
ya sin región
de este olvido que yace desierto
sensible a la tierra azul de tu piel experta