Una lágrima compasiva
Una sonrisa burlona, cómplice
el silencio respetuoso, hondo, grave
Ante quien fue valiente un día
Y cayó con violencia
Su figura retorcida degeneró en número, frío, muerto.
Una flor absurda en territorio árido.
tiene que morir.
Existe una ley que proclama a
La humanidad como benignidad innata
Es falsa. Torpeza y necedad es la norma
Capricho e inconsistencia, la constante humana.
¿Quién soy? Hijo de esta madre malvada
Mordiendo y arañando mientras sonrio
Desgarrado y vuelto mierda…
Pongo cara de sabio triste.
Incierto, prepotente, mutista
Ante el que sufre,
Sufro yo cuando todo es fiesta.
Señalado, incomodo al mundo
Contemplo al otro iracundo, no comprendo
su afán, su disciplina, el orden
Solo atiendo al impulso y al ahora,
el mañana es gris y en la noche, no existo.
¿Puedo llamarme hombre?
Tal vez monstruo, engendro, despojo
Así me siento, extraño ante los otros,
no mejores. Pero mejores
Porque no los conozco, son como flores
que piso o tal vez, huelo su aroma, es bello
y solo eso, no hay fondo ni misterio.
Acorralado, en la esquina última,
en el costado, sin lenguaje
Solo espinas en la lengua
De cuchillas la garganta
Las manos cual tenazas.
Reptando, replegado en un solo espasmo
y agitado,
Lleno de miedo, impotente
no ya humano, sino bestia,
embisto, me retuerzo,grito.
No hay quien conmigo pueda
Soy flecha envenenada,
me inmolo y con mi sangre hiero.