Al irme,
una parte de él siempre se venía conmigo,
y una parte de mi
se quedaba con el.
Asi somos.
Tan unidos,
Tan nuestros.
Tan de nadie mas.
Y quedamos incompletos por un tiempo,
una brecha que se abre en mil suspiros
en un cielo que se estrella y que se nubla,
y que se quiebra por un rato.
Porque no somos ajenos,
porque somos sangre y fuego,
porque nuestros ojos brillan,
al pertenecernos.
Bea Ramirez