Entre seis metros cuadrados
sonrisas vienen. No se van.
Afuera no hay sonrisas.
Inicia la travesía, sin prisa,
con él. El que más sonríe.
Y sí, más feliz que él, nadie.
La calle lo saluda y lo abraza.
Él llora. Ella trabaja.
La inocencia no llena la mesa
pero llena el alma. Y a él,
quién lo llena. Sonrisas sin vuelta
entre 6 metros cuadrados.