Cojo un papel entre mis manos,
alcanzo esa pluma que me invita
a tocarla, empiezo a escribir lento
lo que viene a mi mente y salen
a través de los movimientos, signos
de fuego que se van plasmando
en esa hoja, van descifrando estas
emociones que abarrotan el corazón;
mientras escucho las noticias que
narran sin cesar, las oscuras tragedias
tiñendo de negro cada uno de mis días;
huracán de sentimientos me aprisionan
en una introspección abyecta que asfixia,
haciendo emerger una nefasta emesis
que pretende provocar un caos interior;
y sin embargo... mi corazón en paz está,
las tinieblas toman tonalidades coloridas.
Es la oración que sale noche a noche
de mi boca, inflama mi pecho y como
una coraza de acero, me protege fuerte
de los avatares, acrisolando mi lánguido
espíritu hasta hacerlo un león rugiente
que brama cono un mar embravecido
apacentado por el poder de tu palabra.