Dorados murmullos se oyen en la alameda
en el claro despertar de un sonriente día:
gorjeos multicolores de aves canoras
que a la áurea alborada le dan la bienvenida.
Por el azul ascienden ardorosas fragancias
en las frágiles alas de la sedosa brisa,
con sus infrangibles hilos de oro urden el velo
que cierne las negras amarguras de mi vida.
En la lejanía ríen los labios del alba
con una encendida y colorada sonrisa
y por el cielo se desplaza una blanca nube
que el intenso azur engalana y acaricia.
Entre luces y sombras fluye un hilo de plata
que hacia la distante mar lleva mis desdichas,
su argentino cauce surcan los viejos recuerdos
que vistieron mi infancia de blancas alegrías.
En las alas del viento