Acuérdate de mí, en tu noche,
cuando callen las cigarras
y la sangre serene
los latidos de tu pecho.
Búscame en tu almohada
y en el dedo invisible
que llega y acaricia tu cara.
Estaré unido a tus sueños
en una transfusión de sonrisas
y de versos.
Acuérdate de mí, en tu noche,
cuando los suspiros te embriaguen
y aceleren los sentidos
el tic-tac de las pasiones.
Deja que te diga lo que siento,
que te hable en un susurro,
que te cante, como hacían los gorriones,
y recite los poemas,
que nacieron bajo un roble.
Acuérdate de mí, en tu noche,
hasta que llegue la alborada
y nos deje la tibiez de sus caricias.
Porque el día llegará con otros sueños,
y nuevas realidades,
dando paso al rocío de la noche
y al sudor de nuestras almas,
embriagadas, y contentas,
por el día que comienza.
Acuérdate de mí, en tu noche
y siente el litoral, con la resaca,
de la playa que susurra,
de la estrella que te mira
y del niño que te llama por tu nombre.
Acuérdate de mí, y no me olvides.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/03/20