Se acerca una tormenta. Todo se torna gris. El viento úlula mientras se cuela por mi ventana. Observo atentamente y comienzo a reflexionar.
Que efímera es la existencia.
Basta solo un segundo para que cambie todo.
No hay seguridad alguna, pues estamos de paso.
Todo llega a su fin, tarde o temprano.
No quiero ser “pájaro de mal agüero” sino realista.
Quizás estoy influenciado por estos días anómalos que vivimos.
Me pregunto ¿Qué es lo esencial en esta vida?
Alcanzar un equilibrio personal, estar en paz con tu conciencia, contigo mismo.
Teniendo en cuenta que el equilibrio, como la vida misma, es dinámico, no estático o inmutable. Siempre hay cosas que aprender, situaciones que te permiten mejorar, madurar, tengas los años que tengas.
Amarte, comprenderte y respetarte, en la medida que lo hagas, se reflejará en la relación con el otro.
Si quiero ser sintético diría: “que alguien al recordarse de ti, se le dibuje una sonrisa”. Sin que hayas llegado al final de tus días. No significa esto que vivas por y en función de los demás, todo lo contrario; lo que eres proyectas, transmites.
Con el pasar de los años, dejas de lado lo efímero, buscar ser auténtico, tú mismo, cultivándote como persona.
Fuera arrecia la lluvia, me acurruco en el sofá tomando entre mis manos una taza de infusión. Pasa lento el tiempo, me dejo llevar por el momento…