Llorar con el aguacero
es secarme con tus labios
dulces, seductores, amplios,
balsámicos, lisonjeros.
Llorar por lo que me muero
cuando no estás a mi lado
es ver el cielo nublado,
es tener el alma helada,
es despertar en la nada,
es vivir desesperado.
Cada llovizna traviesa
es un canto de la vida
para limpiar las heridas
para lavar la tristeza
cada lluvia es la certeza
de flores en la sabana
de las aves que en jarana
mañana amanecerán
con trinos que traerán
felicidades tempranas.
Y cuando te sueño llueve
desvelo sobre la palma,
se queda la mar en calma,
ni una hoja se mueve.
Llueve tu respiro leve
sobre la gélida noche
llovizna sobre las doce,
hora cuando estoy soñando
que el beso viene asomando
sin timidez ni reproches.
Llorar con el aguacero
cuando la noche se va,
ya el día naciendo está
con un errante lucero.
Triste queda el romancero
sin el verso de tu antojo
y triste sin el sonrojo
de tus mejillas de seda
cual ave sin arboleda
se van quedando mis ojos.