Cuando sacó cosas de ahí, del atrio más indecoroso. Extrajo recuerdos y más cosas que en el alma esperó por ver y observar. Su padre le había regalado una muñeca de color, y era su más preciada muñeca y favorita. Cuando en el alma, sólo esperó por ver y querer el siniestro cálido, entre lo que más quería. Cuando en su cuerpo sólo quería escapar de aquellos recuerdos y volver a vivir junto a Julián, su amor eterno. Cuando sólo faltaba un momento en que ella, sólo fingió un deseo de vivir a muerte. Cuando su amor, sólo le hacía falta, como el amor a su hijo, no le fallaba. Pero, sólo le quedó descifrar lo que le ocurrió a ella, un amor imposible, como el de Julián. Cuando en el tiempo sólo en el ocaso se determinó lo que empezó como un juego de amor y terminó en grandes problemas, y más, dejando un niño a la mala suerte tirado entre las caballerizas y que el viejo, su padre Don Emeterio del Bosque, que subiera a un viejo tren buscando vengar a su hija Mayrenis. Y que el tiempo, sólo en el ocaso, se vió reflejado el instante en que se debió de creer en el sol mismo. Cuando en el delirio, se enfrío la manera de creer más en el ambiente frío invernal. Cuando en el jactar del silencio sólo se llevó una cálida sorpresa, el tren pasaba ésta noche por su hacienda. Mayrenis fue a la estación del tren, buscando el tiempo y el ocaso frío de su padre, Don Emeterio del Bosque, sabiendo que en el instante se debió de creer en la forma de entregar el corazón. Y ella, lo sabía, que su padre estaba tan cerca en aquel tren. Y ella, lo quería ver y traer de vuelta a su casa, donde el calor lo esperaba, pues, en el ocaso se llenó de iras de insolvente atracción. Cuando en el círculo de la muerte sólo lo esperaba y lo llamaba. Cuando en el alma se dió lo que más se dió. Cuando en el alma sólo se enfrascó en un sólo delirio, en un sólo frío inerte. Y él, Don Emeterio de Bosque, no sabía que ni pasaba por su hacienda, si iba en el tren de la vida misma. Y la vida en el tren, sólo se sabía que en el silencio, se debatía entre la espera y lo inesperado. Cuando en el ámbito superficial de la yá muerte avanzada, sólo se veía venir y llegar el mal recuerdo y la vil venganza que él quería realizar. Cuando en la manera de creer subyugó el desafío, y el instante en que sólo la mala vivencia, se dió como el haber sentido, el desastre, en creer en lo imposible, en saber que en la forma de creer estaba la conciencia. En saber que el destino es la fuerza en creer superficialmente, en saber que el camino se aferró al siniestro desenlace dentro de la mirada. Y ella, lo sabía, que en la manera de ver el tren, veía a su padre Don Emeterio del Bosque. Pero, Don Emeterio del Bosque, sólo quería ver el final de su cruel venganza hecha y vengada su hija Mayrenis.
Continuará……………………………………………………………………………...