SOLEDADES
Vestida de Chanel, la rubia más hermosa
se deslizaba en sábanas de seda y de satén.
Vestida solo de Chanel número 5,
en brazos del amante más leal
se fue hundiendo despacio como una barca herida.
Tú no tienes chanel ni eres la más hermosa
(ni siquiera eres rubia). Compraste en Mercadona
el perfume que anuncian las modelos
de caderas de efebo y piernas infinitas
que corren como ciervas bajo una falsa lluvia.
Gastaste tus ahorros en disfraces de hermosa,
bebiste en una copa robada como abril,
fumaste cigarrillos por envolverte en humo…
Pusiste jazz de Cole para dejarte ir.
Desierta y solitaria, así te fuiste.
con tu vestido gris de soledad, como viviste.
Tú no eras Marilyn, “el animal más bello”,
ni ella la camarera que pasa inadvertida
(aunque ahora nadie ponga dos terrones en el café de Pedro,
ni le eche unas gotitas de anís al de Pilar).
Pero al llegar adonde florecen los silencios,
las dos os dejaréis caer entre sus hojas
como niñas perdidas de retorno al hogar.
Una paz submarina flotará en vuestro encuentro
porque habéis sido hermanas de la piel para adentro:
hermanas en la helada, perpetua soledad…