Ana Vega Burgos

SOLEDADES

SOLEDADES

 

Vestida de Chanel, la rubia más hermosa

se deslizaba en sábanas de seda y de satén.

Vestida solo de Chanel número 5,

en brazos del amante más leal

se fue hundiendo despacio como una barca herida.

 

Tú no tienes chanel ni eres la más hermosa

(ni siquiera eres rubia).  Compraste en Mercadona

el perfume que anuncian las modelos

de caderas de efebo y piernas infinitas

que corren como ciervas bajo una falsa lluvia.

 

Gastaste tus ahorros en disfraces de hermosa,

bebiste en una copa robada como abril,

fumaste cigarrillos por envolverte en humo…

Pusiste jazz de Cole para dejarte ir.

 

Desierta  y solitaria,  así te fuiste.

con tu vestido gris de soledad, como viviste.

 

Tú no eras Marilyn, “el animal más bello”,

ni ella la camarera que pasa inadvertida

(aunque ahora nadie ponga dos terrones en el café de Pedro,

ni le eche unas gotitas de anís al de Pilar).

 

Pero al llegar adonde florecen los silencios,

las dos os dejaréis caer entre sus hojas

como niñas perdidas de retorno al hogar.

 

Una paz submarina flotará en vuestro encuentro

porque habéis sido hermanas de la piel para adentro:

hermanas en la helada, perpetua soledad…