Hoy vivo triste y maltrecho
frente a tu hermético olvido
y me trona de latidos
el corazón en el pecho.
Sólo quedan remembranzas
en mi entraña desgarrada
y un recio filo de espada
amputa mis esperanzas.
Cuando nació nuestro amor
el cielo brillaba a pleno...
la llama ardía sin freno
en relumbrante esplendor.
Pero Belcebú malvado
se metió en nuestros asuntos,
endosándome un adjunto
que me llevó a vil pecado.
Inmerso en desliz eterno
tuve que asumir la culpa
y aún pidiendo disculpas
fui derechito al infierno.
Maldigo al demonio cruel
que me introdujo en el mal
pues hoy ya nada es igual
que cuando supe ser fiel.
Jorge Horacio Richino
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