Nada más allá del instante perdura,
sueños y melancolía que caen como la lluvia,
inmenso mar de horas con su navegante,
olas que mecen el alma cautiva.
Abrazada a los designios del destino,
la soledad se ahoga en lo que queda del día,
el murmullo se hunde en la sangre trémula,
pasos que fluyen serenos detrás del viento.
Oscura selva de pasiones,
tan veloz entre los intrínsecos abismos,
amorfa mirada escudriñas,
humana caricia que muere y renace.
El suspiro se aleja con el aliento,
soplo vital de imágenes desvanecen la niebla,
el cuerpo en suspenso lento e irreal,
el mundo sucede a cada instante.
Un ayer perdido entre los mañanas,
torbellino de momentos presentes y latidos mudos,
un eco que susurra por el vasto silencio,
mientras una palabra cuelga de los labios y muere,
intentando robarle un solo instante a la eternidad.