VITRALES DEL ALMA

¡LA MIRLA ENCANTADA!

 

 

 

Busco, en la bóveda celeste, arandelas que den vida a los versos, a la fuerza del mar, a la gracia de los vientos.


Cierro los párpados al aliento del corazón y al llamado del intelecto. El silencio se hace evidente y la luz vivifica sobre la magnitud del orbe.


Cae la noche taciturna y pura. Los cuerpos duermen, las almas se agitan. El canto de las aves se hace silencioso y notoria la inquietud del alma. Mi hermoso gato blanco merodea en círculo. Luego, soñando con alcanzar las estrellas, a mi hombro se encarama.



¡Y en mi boca, la sed!
¡Y en mis venas, la vida!


Escucho, imperceptible al oído, el aleteo de la Mirla encantada, que en plenilunio, desciende presurosa del cielo a la tierra, de la tierra al cielo. La miro volar, y en sus alas, su magia iridiscente y bella.


La siento cerca, revoloteando airosa. Llena de luz de luna, de amor fraterno, dejando sobre mis pechos, floreados pétalos de perfumados lirios. Luego, en círculos extraños y ascendentes, se eleva a la magna belleza del firmamento.


¡Y mis labios tiemblan!

¡Y mi cuerpo agita!

¡Y la tierra fermenta!

¡Y la lágrima seca!





* Imagen del fotógrafo Christian Spencer.
Luz Marina Méndez Carrillo/18012020/Derechos de autor reservados.