Me he diagnosticado con un caso severo de fantasía crónica,
mi mete, no funciona de la manera adecuada,
mi cerebro se atrofia en la realidad y se agiliza en
lo ficticio, hace que mi corazón tenga arritmias
cardíacas en momentos inesperados, como con el
silbido de un señor concentrado, el choque del sol
contra mi piel o el quiebre de las hojas secas al
pisarlas con mis pies, hace también que mi lengua
entorpezca pronunciando así únicamente versos
románticos de antaño que no significan nada para otros.
Pero el síntoma mas cebero es el que provoca en el
alma, la encargada de todos estos órganos perdidos en
el engaño de la realidad, haciéndola entristecer cada
día por no poder cumplir sus caprichos.
El alma exige como ligero remedio poemas de amor,
versos en las nubes, días cálidos con olor a rosas,
verdadero amor inesperado, felicidad absoluta
(inclusive en los malos momentos) y mas,
esta enfermedad adquirida voluntariamente,
me mata lentamente de realidad y la agonía
durara solo hasta el día de mi muerte.
Ya me he acostumbrado a la idea de mi dolorosa
partida a falta del antídoto tan costoso.
Resignada pues a permanecer en espera del próximo
desdichado que sufra de esta preciosa maldición.