Te pregunté una tarde que moría,
Como fuera tu vida o la mía, si nos faltáramos,
Y te quedaste mirando extrañada hacia mis ojos,
Cuando era mi Alma la que te hacía esa pregunta.
Una mañana desperté con el sol apagado y hasta de lágrimas,
Y la brisa de cada mañana se detuvo
Entre el cielo y la madrugada,
Tus ojos… se quedaron dormidos,
Y tus manos, apretando muy fuerte a las mías,
Mientras tus brazos, abrazaban al silencio de esa mañana.
Ha pasado tanto tiempo… Pero sabes algo?
Aún recuerdo tus ojos cerrados
Y una pequeña lágrima, que por ellos discurría;
Una mañana desperté,
En medio del silencio mientras te abrazaba,
Te hable y te llamé, y te gritaba con tantas ansias,
Pero… creo que no me escuchabas,
Y debió ser por tu hermoso cabello negro,
Que ocultaba a tus oídos, como pétalos en flor, no anunciada.
Una mañana desperté, y soñé con tus palabras,
Soñé que me respondías, y también me alegrabas,
Cuando decías, que jamás nos haríamos falta,
Porque yo vivo en ti, y tú lo harías en mi Alma.
Ahora, ando por cada vereda donde decía lo mucho que te amaba,
Y corto cada tallo de flor en plena madrugada,
Para llevarla a tu mesa de noche,
Y al abrir tus ojos… con ella misma despertaras.
Me pregunto en esta madrugada aciaga y tan canalla,
Que será hoy de mi vida, porque acaso, me haces demasiada falta,
Y no tengo tu mirarme extrañada a mis ojos,
Para decirme mientras sientes el fondo de mi Alma,
Que no tenga miedo, porque aún tú me amas,
Y el silencio de cada mañana, solo es un día menos,
De aquellos pocos que me faltan.
Desperté una mañana, sobre una almohada muy blanca,
Era tu regazo, mientras acariciabas muy dulcemente mi mirada,
…me había quedado dormido, esperando por ti como cada mañana;
Esa mañana desperté… contigo como fué ayer,
Y comprendí entonces que, solo basta amar con el Alma…
Para estar unidos… para siempre.