Nicosia

De vez en cuando pateo una pelota

De vez en cuando pateo una pelota,

dejo de lado cualquier otra cosa y abrazo con confianza la libertad de correr tras el balón. Debería de intentarlo más seguido, pero nunca me dediqué a las pasiones. Debería de demostrar que me importa, pero no soy así, no me nace ser así.

De vez en cuando pateo una pelota y me decepciono, al ver que nadie se muestra para recibirla, que todos se esconden atrás de un defensor.

De vez en cuando pateo una pelota y sonrio, contento y entusiasmado por seguir la jugada. Pero es difícil imaginarse el abrazo de gol cuando todavía estás por mitad de cancha.

  De vez en cuando pateo la pelota y me animo a gambetear, a mostrarles de que estoy hecho y lo que tengo para dar. Hasta me animo a amagar, a ir por afuera y encarar para adentro pensando en que no tengo nada que perder. Aunque lo tenga todo por perder.  

De vez en cuando me acerco a ella, y punteandola con timidez miro hacia el arco donde siempre quise marcar algún gol, y en la cancha donde siempre quise festejar. Y aunque las tribunas estén vacías y nadie pueda ver lo feliz que soy, voy a gritar hasta que me escuchen, hasta que alguien de afuera se acerque y me pregunte por qué tanto bullicio, por qué tanto descontrol, si al fin y al cabo el partido aún no termina, y tenga que ir en busca de otro gol.