Federico andaba por la vida
Recorriendo los rellanos de su existencia
Plañidera y solitaria.
Endechaba entre suspiros y congojas
A su irreductible soledad, y una que otra vez
Celebraba el aroma de una que otra florecilla
Que por pequeña y deslucida hubiese sido
Mancillada por algún sordo nasal mortal
Y amargamente mas tarde o mas temprano
Terminaba siempre por abatir el enhiesto anhelo
De querer encontrar consuelo a su afligido corazón
Hasta que un día a la vera del camino
Entre frondosos cipreses y verdes encinos
Y quizás por un torbellino majestuoso del Arcano
Que a la usanza de los reyes terrenales
Que conservan su libro de “Misericordias Retenidas”
Para premiar al mortal que se conformó
Con su suerte peregrina,
Le obsequió
Un Ángel de ojos aguados y de piel trigueña
Que llevaba sobre su melena despeinada
Una perfumada flor guindada de un rizo distraído,
Traía un vestido colorido que batía al viento
Lo impoluto de su apariencia personal
Agregando de inmediato la voz plural de los pensamientos preteridos
Del abotagado endechador.
Caminaron en el aire
Se regalaron la luna mutuamente
Y entretejidos los dedos de sus manos
Bajo la luz celestina de una luna en plenilunio
Se juraron amos y compañía eternos.
Su sangre llegó a ser la misma de ambos
Hablaron el mismo idioma de los sueños
Su aliento llegó ser su bálsamo en los momentos de repentina expectación
Se recitaban versos con los ojos
Y se zambullían diariamente
En su alborozado estanque de felicidad
No existió una noche mala
En la vida buena de de ambos soñadores
El amor fraguaba por sus poros
En vez de sudor exhalaban miel
Y en lugar de actitudes desilusionadas
Se convirtieron en muletas uno del otro
Para sostenerse cuando
Alguno flaqueara en el largo andén
De una irrita decepción.
Unieron la pasión que conducía
A pasos largos por sus vidas separadas
Y animaron el verbo amar
Conjugándolo en un tiempo progresivo perfecto
Un mal día,
El Ángel de la flor en el cabello
Perdió la brújula de existir en el mundo de la felicidad,
Tal vez porque Federico la perdió primero
Y después de haber llegado a ser juntos
Un acorazado trasatlántico
Se convirtieron en canoas separadas
Navegando sin brújula- que digo sin brújula-
Sin remos en el embravecido mar
De una paralizante indiferencia.
Perdidos y a merced
De las gigantescas olas que formaban
Sus intransigentes desencuentros
Rayanos en la más deplorable insensatez
Se adentraron más y más en la oscura noche
De una amarga confusión.
El otrora aliento nutritivo de ambos
Se trocó en un inaguantable
Vaho de expectativas irreales
Y la luna que ambos se bajaron
Tuvieron que despacharla
Por la extinción del compromiso activo
De mantenerla brillando aún a pleno sol.
Lo que era el producto
Del mejor acto espontáneo de los dos
Se convirtió en deprimente
Obligación de súbdito perdedor
Y el Amor se transformó
En una detestable caricatura
De los encuentros fogosos
Por devaneos taciturnos
Para saciar el hambre animal
La dulce paz del contubernio
En repetidos y constantes estados de treguas “banas”
Y la verdad insoslayable
En meras excusas de retorica improvisada
Así acabaron las plurales expectativas
De dos que fueron uno
Y de un corazón que latía por dos…
El Ángel se concentró en su original cielo
De Federico no se supo nada
Casi todos tejieron sus propias redes en cuanto a su destino
Aunque algunos aseguran
Que se intrincó en lo profundo de una Espesa y húmeda selva
Tratando de conseguir una rara especie floral: LA ROSA NEGRA
Para convertirla en Diosa exclusiva para él
Pero los otros, los que son la mayoría dicen:
Federico se marchó
A endechar por los rellanos
De su existencia plañidera y solitaria
y entre suspiros y congojas, despertó a su amiga eterna
“La irreductible Soledad”
Esta vez mas temprano que tarde
Derribó la enhiesta ilusión
De ver acompañado a su corazón.
Y mientras echaba al fuego
Los últimos destellos de una luna
Que pudo brillar toda la vida
Le sorprendió en la vera del camino
Entre frondosos cipreses y verdes encinos
Otro Ángel de ojos aguados
Y el rizo despeinado que sostenía una flor
En medio de una cabellera de intenso negro azabache…
Francisco Barreto
San Carlos 18-05-2010