En la noche callada y oscura
sólo un suave latido se siente,
que aunque débil es canto viviente
de tu alma que en mis sueños perdura.
Es nostalgia trazada de bruma
que se filtra en regiones perdidas,
de neuronas que llevo aturdidas
pues tu ausencia me asfixia y abruma.
Así vivo amarrado al recuerdo
de tu estrella vital a mi sino
y en su luz refulgente me pierdo.
Es allí que se aclara el camino
y me evado de todo lo externo
abismado por tu halo divino.
Jorge Horacio Richino
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