“El folklor quema sus naves.”
Está llorando “Macondo”,
del alma, de lo más hondo,
le brota triste resuello,
la música pierde un sello.
Guardan luto “Los Caifanes”,
esto no estaba en sus planes,
no tocan, hoy, “Los Morales”,
no soportan tantos males.
Falleció el trovero autor,
sensible compositor,
el profesional baluarte
de la melodía, del arte.
Extrañaremos conciertos,
tersos copleros aciertos
de un hombre puro cantar,
de una voz tan singular.
Patrimonio Cultural
Vivo de la Capital
de México, en su grandeza,
que no perdió la cabeza.
Fiel enigma, leal arcano,
harto latinoamericano,
que recorriera la legua
formando dueto con Tehua.
Falleció Don Oscar Chávez,
sus tonos agudos, graves,
no surcarán el espacio,
languidecerán despacio.
Llega un lamento hasta aquí,
¿quién nos cantará “Por ti”,
“La llorona”, “La casita”,
“Mariana”?; se necesita.
Al que pudo ser longevo
porque forjó el “canto nuevo”
en las peñas, canta bares,
cafés-cantantes, sus lares.
¿Quién parodiará al gobierno,
al mal político eterno,
quién les dirá sus verdades
criticando necedades?
Vacío se halla el Auditorio
Nacional, su adoratorio,
Bellas Artes, sufren pena,
perdieron joya, una gema.
Tal trayectoria remata
Premio Ariel, Diosa de Plata,
deja de herencia añoranza
como eje de esta semblanza.
Falleció el “Caifán Mayor”,
mi verso sufre un temblor,
le escucho “Nunca jamás”,
no la interpretará, ya, más.
Falleció Don Oscar Chávez,
guitarra, vihuela, claves,
arpa, jarana, afinadas,
infaustas quedan guardadas.
Falleció Don Oscar Chávez,
callan jilgueros, las aves,
falleció Don Oscar Chávez,
entró en el cielo sin llaves.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 30 de abril del 2020
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