Cuando canta la calandria y trina el ruiseñor
en las calurosas mañanas del mes de mayo,
te mostraste ante mí risueña y candorosa
y toda etérea te deshiciste entre mis manos.
El iris de tus vaporosos pétalos
se licuó en el azul del tiempo y del espacio,
como añiles esencias que el viento derrama
por la pulpa carmesí de tus rojos labios.
La verde mirada de tus incitantes ojos
se fundió en el esmeralda de los verdes prados
y toda tú te mostraste volátil y etérea
entre los sueños que sustentan mis desengaños.
Cuando canta la calandria y trina el ruiseñor
sus alegres melodías y sus dulces cantos,
toda tú te deshaces risueña y vaporosa
entre el calor y las caricias de mis abrazos.
En la alas del viento