I
De plata y diamante, la faz nocturnal,
Ya pende el luciente adorno estelar.
Argenta y brillante la Luna domina,
Estrellas de escolta tras ella caminan.
Admiro absorto, soberbia belleza
Que al alma poeta inspira nobleza.
Y ante el hombre, sobre su cabeza
Se extiende la regia infinita proeza.
¡Que pequeños nos vemos ante esta grandeza!
II
¿Por qué exaltarse ante tu igual con empeño,
Si de aquellas joyas ninguno es el dueño?
Porque la piedad es la gema del pobre,
Y mendigo es aquel que inclemente obre.
Cultiva en tu cielo aquellas estrellas
Que traen a tu alma las luces más bellas.
Admira absorto tan alta belleza,
Que tu alma respire aquella nobleza.
¡Y que pronto alcancemos aquella riqueza!