Yo quiero ser sintiendo el que recuerda
la fecha que llegó tu fatal muerte,
huella que la conciencia me remuerda
evocar el malogro de tu suerte
que manos homicidas te abatieron,
no importando que íbamos a perderte;
y que justicia siempre merecieron
por infame dolor ocasionado,
a sus hijos que angustia padecieron
que el paso de los años no ha logrado
que te olviden un tan solo momento,
porque el corazón triste, destrozado,
lleno estaba de tierno sentimiento
ese que tú de niño lo heredaste,
con el amor, cariño y muy contento;
y los lindos recuerdos que dejaste
perdurarán por siempre en tu rebaño,
con dulce corazón que siempre amaste.
Han transcurrido ya los cuarenta años,
desde el día que tu alma voló al cielo,
sentimientos confusos, muy extraños
en los pasos andados con el duelo,
persistiendo constante con la vida
porque el crimen truncó tenaz anhelo,
a cambio del dolor que aún se anida
en tristes corazones que se acuerdan,
y los recuerdos sangran más la herida
que nada forzará ya, que se pierdan;
porque tú vivirás muy duradero
en memoria de quienes hoy recuerdan,
tu corazón sincero y verdadero,
tu sonrisa agradable muy serena
de tu cariño afable y muy sincero,
y el lunar en tu cara bien morena
de tus ojos color amarillentos,
con sonriente y alegre vida plena
bien cargada de amor y sentimientos