Se corrieron los colores
en lienzo donde se pinta
la primavera sucinta
con aguada de dulzores.
Se adormecieron las flores,
¡la fragancia era distinta!,
mas no llegó a ser extinta
a pesar de sus dolores.
Les robaron el rocío
y las cálidas tonadas,
así como las cornadas
que, sin aviso, dan frío;
como se queda un navío
sobre las aguas calmadas:
rogando olas desquiciadas
que desmayen su estío.
Ya es un paisaje de invierno;
pero, allá en la lejanía,
las luces de un nuevo día
cegarán al gris averno...