Se busca una niña con ojos de almendra
con la piel brillosa y de seda,
con hoyuelos en su semblante,
y es su sonrisa como el primer día alegre de primavera.
Se busca una niña con un vestidito bordado
laborado entre punzones con la luz apagada.
Lleva un cintillo que anuncia esperanza
cual contiene todas las historias que le conté antes de acostarla.
No sé si usted alguna vez haya perdido algo
-pero si por acaso la encuentra, ¿podría usted llamarme?
Se busca una niña con aroma a comienzo,
no sé dónde la he perdido, creo que, en un atrenzo,
miraba hacia al norte atemorizada y con desganas,
de pronto se zafó su mano mientras yo alababa.
Se busca una niña con ojos de almendra
Apenas corre, apenas habla, apenas piensa...
Entre penas se ha encogido mi paz,
he atravesado la faz de la tierra sin un rastro de ella
y con su rostro en mi alma marcando angustia y condena.
Se busca una niña con ojos de almendra,
se ha desparecido sin rastros y sin dejar huellas.
La única pista son sus ojos de luz,
quizás la he perdido en el Malecón del Sur,
o posiblemente en cualquier calle de Nueva York.
Se busca una niña con un lunar en su mejilla,
con pómulos que se inflan entre carcajadas y risas,
los míos se han desinflado entre lagrimas de sangre
mientras pasan los segundos sin poder encontrarle.
No he sido mala madre. No, por favor no me señale,
cerré los ojos para aclarar la vista y al abrirlos
- se había extraviado mi niña.
Lleva en sus muñecas dos guillos de plata
uno con su nombre grabado y el otro
con una brújula ocultando la dirección de casa.
No sé si entienda mi inquietud,
pero, por si la ve perdida entre la multitud,
por si reconoce su luz;
sepa que es mi niña con ojos de almendra
y es ella mi único ‘Unicornio Azul’.
©LeydisProse
5/2/2020
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