Pablo Cabrera

MALDITA PRIMAVERA

(A mi madre)

 

“Herido busco mi país”. (Rogelio Guedea)

 

Volvió la primavera con su cara de alarma,

más tenue y aterida que de usanza.

Se trajo entre sus luces y colores de siempre

un tapiz imprimado de sombra inescrutable

para encuadrar tu ausencia.

 

Quizás también llevaba entre sus manos vagas

musas y juramentos carcomidos,

fragancias y propósitos alados,

pero yo no me siento a estas alturas

ni de lejos poeta; acaso un expatriado

a quien no le conmueven ni lunas ni fervores,

incapaz de hermanarse con la brisa.

No parecen servirme los ojos fatigados,

tal vez de no encontrarte más alla del silencio.

No me sirven las manos crispadas ni siquiera

para llevarte gestos, pan o versos.

No me sirven los labios para poder decirte

un ruin hasta mañana confiado.

Ya no acierto a escucharte entre rumores

y se me van las horas indiscretas

creyendo en la esperanza de que sea

una burda mentira el mes de marzo.

 

Ojalá esta maldita temporada de mieses

hubiese decidido quedarse donde estaba,

preferido faltar a su cita periódica,

consentido siquiera que un sol tibio de estío

se posara perenne y efusivo

en la dócil escarcha de tus sienes.

O mejor fuese invierno y fuese todo lluvia

rítmica y taciturna, o fuese otoño apenas,

y en las hojas cadentes yo encontrase

motivos para ansiar la primavera.

 

PABLO CABRERA