¡Qué necedad e incompetencia
la que me disfraza de orgullo!
Sabiendo yo a quién amo
y continúo abriendo otras puertas.
Me siento como Dante en destreza,
abro, por encontrarte, ventanas de infiernos
que no me pertenecen, que me son ajenas,
y voy en el camino, regando tristeza.
¡Ay, de mi amado! Te amé ayer,
te amo hoy, te amaré incluso mañana
Solo deseo que estés conmigo cada día.
¡Ay, de mi amigo! Eres mi poesía,
la primera que concebí, que imaginé
No quiero perder esos ojos, esa mente.