Ayer me enojé con Dios...
Ayer por la tarde noche
toda mi furia brotó,
y desplegué mil acciones
en soledad contra Dios.
En alto le dije cosas
que seguro él escuchó,
ninguna de ellas hermosas
lo juzgué con mi razón.
Quizá por este presente
que viene desde mi ayer,
tan guardado y tan latente
que no pude contener.
Y pese a todas mis culpas
a lo tanto del errar,
y a la impotencia que es mucha
estalló mi bronca mal.
Quería, juro, quería
que estuviese frente a mí,
para que él mismo me diga
el por qué todo es así.
Porqué tantas diferencias
entre los Seres humanos,
no me entra en la conciencia
el juego que está en sus manos.
Por qué los tantos tropiezos
y en vez de bien tanto mal,
por qué es que permite eso
si es que lo puede cambiar?
Mi ira se apoderó
de mi cuerpo y de mi mente,
sin sentir ningún temor
de lo que a mi produjese.
Luego de tanto rabiar,
solicitando mi fin,
hube de a poco bajar
la angustia que estaba allí.
Le supliqué que le diera
una chispa a mi pensar,
o sino me redujera
a cenizas ahí nomás.
Que aclarara ya, a esta altura
de este largo caminar,
a esta mente tan oscura
que no sabe a dónde va!
Que le muestre algún sendero
si es que tengo que seguir,
de lo contrario, ligero,
que me lleve ya de aquí.
Pero no obtuve respuesta
aunque creo, que escuchó,
las palabras que emitiera
con rabia y tanto dolor.
Mi sangre ebullicionaba
cegando así a mi entender,
y mi voz despotricaba
por todo su proceder.
Por una necesidad
que tengo desde hace tiempo,
y es saber para qué está
en esta vida mi cuerpo?
Pues hay vocablos muy bellos
proponiendo reflexión,
mas en mí son todos ellos,
sólo sueños e ilusión!
Yo nunca logré encontrar
el sitio en que está la puerta,
para poder vislumbrar
el motivo en mi existencia…
Y es ello lo que me enfada
y por tal, tanto me enoja,
así fue que ayer peleaba,
con Dios y con tanta bronca!
Luis A. Prieto
11/08/2010
11:56 hs.
Bs. As.
Arg.