Alberto Escobar

Su risa

 

Dos soles sobre la arena

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me alegra sentir el tintineo de su risa.
Una risa que no es para mí pero no me importa,
nunca una risa ha tenido patente de propiedad,
es un sonido que se diluye en el aire y no se puede
archivar en el ferreo troquel de una carpeta anillada.
De su risa nada más extraigo su alegría, esa energía
que explota de un pentagrama pendiente de una llave.
Desde el clandestino escondite de mi habitación oigo
su conversación, ora con su madre ora con sus amigas,
y está tan cerca —pared con pared—que veo la trama
de las palabras que pronuncia, o al menos la adivino, 
y a ella no le importa porque se muestra franca, libre, 
que el Sol salga si lo quiere por Antequera, ¿a quién
le importa?
Una risa que quedará en mi recuerdo pronto, una risa
que no puede pagar el precio de mi libertad.
Necesito espacio, o al menos me gusta tener espacio
a mi alrededor, y esa risa llenaría ese espacio 
hasta dejarme sin aliento, y eso no puede ser.