Se enredaron mis labios en su boca
sin poder evitarlo;
pues tenían las mieles que provoca
nuestro juicio olvidarlo,
y sentir que se escapan los alientos,
como escapan los sueños del poeta
entre nubes de seda,
surcando suaves vientos;
esperando alcanzar la hermosa meta
donde pasión proceda,
a llenar de ilusión que nos conceda
el delirio supremo,
que nos cubre de regias emociones
con aromas de fresco crisantemo
¡que hechiza corazones!
Hoy guardo en la memoria
sus frases amorosas;
que escribirán la historia
de aquellas madrugadas luminosas;
que llena de matices,
tendida sobre el lecho
igual que gitanilla apasionada,
brillaban con ardor sus ojos grises.
Suspiraba en mi pecho
sensual y enamorada;
haciendo del encuentro llamarada,
que palpitar hacía,
de forma angelical y muy candente,
la aurora que venía
con luz de esplendoroso sol naciente.
Autor: Aníbal Rodríguez.