Lourdes Aguilar

NOCHE DE CIUDAD

Sale del horizonte, avanzando a un sepelio parece

el ocaso su manto despliega y vela

ocultando el pasado que culmina tedioso

mira la bóveda negra y su costal abre

como campesino cuyo grano infecundo

se agota ante prolongada sequía

esparce puñados de perlas

que temblando quedarán suspendidas

mientras cavila cuántos hoy

cuántos anhelos más nobles

henchidos de amor

despegarán hacia ellas

 

Para su manto ajado por tanta rutina

busca hilos, brillos de fantasía

con qué poder remendar

en los parques callan cigarras y grillos

 

Recorre canchas, estaciones de metro y de bus

el mismo miedo y tristeza en las calles

en las casas herméticamente cerradas

en las copas y el humo

de bares y discos donde la juventud

sin ideales se hunde

dando rienda suelta a sus bajos instintos

 

Ocaso se recuesta aguzando su olfato

el aliento es tan denso

que lo aprisiona contra el suelo

por las alcantarillas la tierra agoniza

no hay alimento fresco sino empacado

no hay animal silvestre sin perseguir

los árboles pierden brillo y color

el ruido hace eco recorriendo

arterias de ojos artificiales

 

Y el pobre ocaso no tiene rocío

 donde efrescar su rostro marchito

se levanta, enrollando su manto

no hay pájaros que lo despidan

pierde la voz, otro día empieza