A. Bea Ramirez

El jardín renace

Compartir la alegría que decifra la sonrisa,

la mía,

a veces silenciosa, calmada,

debida concentración implacable que por necesidad surge.

 

Pero sé que el mundo no es perfecto,

la sonrisa predomina más en mí

que los malestares ajenos

que te pueden provocar hasta nauseas.

 


Pero no lo externo,

las vibras emocionales y grandes

se deben guardar por la gran contaminación en las calles,

los aires sobretodo que expiden las voces inconclusas de amor.

 

Mi jardín se ha sometido a nuevos riegos,

nuevas áreas verdes que han renacido

y a cada paso

brota nuevas flores.

 

Pero hay una especial,

una que mientras riego culmina su amor,

galopante en sus pétalos abre sus brazos

y me tira un beso. 

 

Y yo se lo devuelvo,

pero uno de esos besos calladitos

para que las demás flores no se percaten

de la tanta efervescencia que produce en mí.

 

Y lo guardamos,

ya no tan secreto pero controlado,

controlado en sonrisas sin motivos, y miradas desconocidas,

controlado como la noche que se viste de silencio.

 

 

 

Bea Ramírez