Me dolió verte partir;
Desvanecía en el momento,
Al arrancarse y volverse
A su sitio, mi endeble corazón.
Mi mente y mi cuerpo se extraviaron
En un mundo extraño, sin forma,
Exhausto del dolor y llanto
Ignoré la existencia del porvenir.
Un grito interno dictaba
-Cómo podré vivir sin ti?
La noche llegó, la primera noche
Con tu silencio ¡sabor amargo!
Sin luna, sin estrellas, ni un café;
Caricias ausentes, aún las del viento.
Un amor vehemente que no muere
Está de luto, desconcertado
Busca a su amor en el nido ¡ahora vacío!
Fue una noche poco deseada
Cómo indeseado fue un día nuevo,
En mis sueños sin luz grité tu nombre,
No hubo respuesta ¡me llenéde miedo!
Súbitamente desperté con lágrimas en los ojos.
¿Cómo se dice adiós sin querer hacerlo?
Pensé -Mis esperanzas serían mejores
Si en tierra lejana vivieras,
Más no en la casa de entierro.
La mañana llegó con sol radiante,
El gallo no omitió su fuerte canto
Y el viento se acercó en un abrazo;
Parecían conspirar... no cedieron ante mi infortunio,
impulsándome así, al deber de la vida continuar.
Como frágil humano,
Subí altas montañas y reclamé al soberano
¿Por qué si es grande, manda la muerte,
Y quita entre toda la gente al ayudador del necesitado?
Su voz fue audible al paso de los días,
¡Él es el único dueño de la vida!
Perfecto su plan, sus obras son buenas.
Sus promesas firmes,
Más fuerte me hicieron.
Así renacieron los sueños,
Sueños de amor en la tierra y en el cielo,
Hoy, hay amores por quienes vivimos,
Dios los da en su tiempo y por tiempos,
Algunos marchan antes, a tierra celeste,
Amores gozados nunca olvidados;
Ellos no vuelven a dónde estamos,
Pero nosotros, día tras día,
A su encuentro nos acercamos.