Muerte nupcial… Alicia, Siguiendo a Miguel Hernández
MIGUEL
El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
Este lienzo de ahora sobre madera aún verde,
Flota como la tierra, se sume en la besana
Donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.
ALICIA
Fue mi deseo besar tus ojos, aquella mañana,
Siempre fue mi deseo, dormir contigo sobre la hierba.
Y ser el lienzo, que tus ojos viera, por la besana,
Era tu deseo verme y, el mío perderme en tus ojos.
MIGUEL
Pasar por unos ojos como por un desierto;
Como por dos ciudades que ni un amor contienen.
Mirada que va y vuelve sin haber descubierto
El corazón a nadie, que todos la enarenen.
ALICIA
Fui desierto de amor, muchas veces, sin tus ojos.
Fuimos ciudades diferentes, con deseos de tenernos.
¡Quisimos descubrir el corazón, amándonos!…
En la mirada de la nada porque no llegamos a tocarnos.
MIGUEL
Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.
Se descubrieron mudos entre las dos miradas.
Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,
Y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.
ALICIA
Cuando vi tus ojos, por primera vez me enamoré
de tú mirada, y en tus arrullos fui arrebatada en tus alas.
Fui palomar en tu arrebato, y amada en tu mirada.
Y descubrí en un rincón tú cuerpo junto al mío.
MIGUEL
Cuanto más se miraban, más se hallaban: más hondos
Se veían, más lejos, más en uno fundidos.
El corazón se puso, y el mundo, más redondos.
Atravesaba el lecho la patria de los nidos.
ALICIA
Nos fundimos en uno solo, cómo nido de palomas,
y el corazón gozoso en el lecho se acomodaba.
Atravesamos dos mundos, el tuyo y el mío, estábamos lejos.
Entre más lejos te pensaba más te amaba y, más me tenías.
MIGUEL
Entonces, el anhelo creciente, la distancia
Que va de hueso a hueso recorrida y unida,
Al aspirar del todo la imperiosa fragancia;
Proyectamos los cuerpos más allá de la vida.
ALICIA
Fuiste la fragancia, y el anhelo, en la distancia.
Juntándonos hueso con hueso, para amarnos todavía.
juramos amarnos, más allá de la vida, y la muerte.
Era una imperiosa necesidad sentirnos hueso con hueso.
MIGUEL
Expiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!
¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,
Desplegados los ojos hacia arriba un momento,
¡Y al momento hacia abajo con los ojos plegados!
ALICIA
Fui tu dicha absoluta y me abrazó tú mirada,
Qué momento vivimos, en los ojos del otro!!
Fui tus ojos, tus labios, y abrazados quedamos.
¡Qué mirada, qué portento, tenerte a mi lado!
MIGUEL
Pero no moriremos. Fue tan cálidamente
Consumada la vida como el sol, su mirada.
No es posible perdernos. Somos plena simiente.
Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.
ALICIA
No moriremos, venceremos la muerte, mirando al sol.
Consumada la vida, cálidamente, vencimos la muerte.
Imposible perdernos, nos amaremos por siempre.
Somos simiente, de una historia de amor, de vida y muerte.
Alicia Pérez Hernández...México
No es la pluma la que escribe, es el alma
Todos los derechos reservados©