Una imagen vale más que mil palabras;
Y eso se ve en la despedida
De un grande de la comparsa.
Que un político no para su campaña,
Para ir al funeral de un compañero
Y velar su estampa.
Pero es cierto eso que dicen,
Que la educación no sólo se rige
Por nuestro nivel de enseñanza.
Cuando toda esa gente afirma,
Que en Cádiz solamente hay holganza,
Que nunca tenemos males,
Que todo nos lo tomamos con desaire,
Poca seriedad y añoranza.
Quisiera yo recordarle
Que cuando el español canta;
Si no está reventando, poco le falta.
Y sobre mi bandera azul y amarilla,
Sobre el Carranza y el Falla,
Yo puedo prometer y prometo
Que si alguien vuelve a faltar así
A mi niña de mar y plata:
Le recordaré con orgullo
Y bien hinchados el corazón y el alma,
Que hasta cuando el capitán veneno
ascendió a los cielos...
Ese que tantas veces negó en su sello,
Se paró el mundo, se paró Cádiz.
Y, hasta el amanecer dejó en su tintero
Escrito con fuego despuntando riachuelos:
\"Que me falta un hijo,
Que por favor le abracen
Sus amigos y compañeros en este duelo
Que yo no puedo despedirle,
No puedo dejaros sin nuestro Capitán Veneno.\"
Con ello se demuestra;
Que un carnavalero, no es que no le duela
Es que hasta sus penas las ahoga en verso.
Y lanza sus coros al viento
Para que el levante se lleve todo su desconcierto.
Que su alma no puede, no puede sola con esto.
Autora: Lydia Gil Serrán