Perdido tu Rumbo
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Entre las nieblas tan frías,
y desolada la insistencia,
y tan álgido el instante,
se cruzó por el valle,
la eterna soledad,
como la fría tempestad,
y perdido tu rumbo,
hallé lo que nunca, un sol,
que me dió calor,
pero, cuando llegó la noche,
la gélida niebla,
arropó mi vida,
y en un santiamén,
amé y me fui por el otero,
o por el cedro,
donde bajó el sol,
y me dió el ocaso más bello,
de toda una tarde a expensas,
del mismo calor de tu piel…
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