Era sobre una vieja hoja,
Rota, de color café,
Vuelto un añico,
Por el vaiven de los tiempos.
No tenía la fineza
De bellos pétalos,
Estaba pisoteada,
Por sus bordes maltratada.
Me detuve un breve segundo,
Contemplar esa carta,
Yacía sobre el suelo,
Cual vieja carta olvidada.
Los trazos parecía
Borrosa y corroída,
Marcada con huellas
De añejos zapatos.
No tenía firma,
No tenía fecha,
Solo el destinatario,
Un nombre que yo conocía.
Mi frente se encogió,
Mi humilde cabaña,
Mi pequeño campo,
Y mis resecos labios.
Sentí miedo inmensurable,
La carta era un espejo
Que reflejaba mi pasado,
Y la vi a ella, si ella misma.
Sudó mi manos,
Miré a mi circunferencia,
El valor me motivó,
Y evité llorar como niño.
Mi carta fue leída,
Lanzada al vertedero,
Aquello que escribí
Un abril con esmero.
Fue gracias a un piedrero
Que buscaba alimento
Entre el basurero
Que lo dejó a orilla del camino.
No era la mejor linea
De un experto poeta,
Era mi humilde letra,
Con caligrafía imperfecta.
Que fue enviado
A un correo postal errado,
Que se place en frases lujuriosas,
No en la caballerosidad
Dibujado en sutiles versos.
Autor : Alex Garmer